Un perro andaluz (titulada originalmente en francés Un Chien Andalou) es un cortometraje mudo (no fue hasta la versión de 1960 que se incorporaron los motivos de Tristán e Isolda de Richard Wagner y un tango). Fue escrito, producido, dirigido e interpretado por Luis Buñuel en 1929 con la colaboración en el guión de Salvador Dalí, gracias a un presupuesto de 25 000 pesetas que aportó la madre de Luis Buñuel. Fue estrenada el 6 de junio de 1929 en el cine Studio des Ursulines de París (Francia). Posteriormente se exhibió durante nueve meses ininterrumpidamente en el Studio 28 de la misma ciudad.
El rodaje duró quince días. Según lo que refirió Luis Buñuel, Un perro andaluz nació de la confluencia de dos
sueños. Salvador Dalí le contó que soñó con hormigas que pululaban en sus manos y Luis Buñuel
a su vez cómo una navaja seccionaba el ojo de alguien.
Un perro andaluz está considerada como una película más significativa del
cine surrealista. Transgrediendo los esquemas narrativos canónicos, la
película pretende provocar un impacto moral en el espectador a través de la
agresividad de la imagen. Remite constantemente al delirio y al sueño, tanto en
las imágenes producidas como en el uso de un tiempo no lineal de las
secuencias.
El cortometraje comienza durante una noche clara, en
donde un hombre le corta el ojo de una joven mientras una nube pasa delante de la
luna. Ocho años después, un ciclista se accidenta en la calle. La misma joven
lo socorre y lo besa. En una habitación, el ciclista acosa a la joven. Un incidente
callejero los distrae. Un personaje andrógino juega con una mano cortada y es
atropellado. El ciclista sigue acosando a la joven. Un “doble” aparece y
castiga al ciclista hasta que éste le dispara. Finalmente, la joven sale al mar
y se encuentra con otro hombre. En la primavera, los torsos de la joven y de su
nuevo acompañante aparecen enterrados en la arena, devorados por los insectos.
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